Biografía

Gastón Federico Sanmiguel

Escultor - Creativo Multidisciplinar





"Nací en Rosario, Argentina. Desarmar y ensamblar máquinas domésticas son sin duda algunos de mis primeros y más prominentes recuerdos de la infancia. Reparar las máquinas de tejer y coser de mi madre y de mi abuela, a una edad muy temprana me dio la introducción a la electromecánica, algo que nunca dejaría de lado por el resto de mi vida. Esto me ha llevado a enfocar mis estudios en electromecánica. Combinando eso con mi amor por el arte y el ciclismo, tiene todo el sentido dónde estoy hoy.

Como escultor, nunca me apresuro en el trabajo. Cuando tengo una idea, comienzo dándole forma en mi imaginación, hago mejoras, luego mis manos transmutan los elementos. A lo largo de los años, la electromecánica junto con el ciclismo me han hecho ver demasiado "desecho", el cual con la fabricación adecuada he reconfigurado en objetos más trascendentales. Mis creaciones son mi expresión más honesta, mezclando todo tipo de materiales y formas, sin limitaciones, a menudo creando obras basadas en el espacio que me rodea."

El desarrollo escultórico de este artista se origina en una relación prolongada y activa con sistemas mecánicos, procesos de desarme, reparación y reinterpretación de objetos técnicos. Esa experiencia fundacional no opera como un simple antecedente biográfico, sino como una estructura de pensamiento que atraviesa toda su producción. Las esculturas se articulan a través de un lenguaje abstracto de raíz geométrica, donde predominan materiales industriales como acero, hierro, maderas, resinas, pinturas y elementos de origen mecánico que suelen conservar huellas visibles de su historia funcional.

El proceso de trabajo parte de una imagen mental que es refinada internamente antes de ser materializada. No hay improvisación ni ornamentación; la ejecución es precisa y sostenida en una ética de construcción que entiende la obra como un sistema autónomo. Las esculturas no se leen como representaciones simbólicas, sino como estructuras que operan por su presencia material, por su lógica interna y por su capacidad de generar tensiones visuales en el espacio inmediato. La neutralidad expresiva de las superficies, la precisión de los cortes, la exposición deliberada de uniones y fijaciones, así como el equilibrio volumétrico, construyen una obra que no busca imponer una narrativa sino sostener una estabilidad perceptiva. Cada pieza es resultado de una ingeniería visual que comienza mucho antes del contacto con la materia: hay una etapa mental, prolongada, donde la forma se proyecta y se corrige en el plano de la imaginación.

Desde un punto de vista técnico, se reconocen métodos vinculados a la industria: cortes por plasma, soldaduras visibles, ensamblajes mecánicos, acabados pulidos o mate que responden más a decisiones funcionales que a una estética decorativa. La elección de mantener expuestos estos procedimientos forma parte de una voluntad de transparencia material que evita el disimulo y pone en primer plano la lógica de construcción como parte del discurso visual. Las piezas escultóricas actúan como componentes que alteran la percepción del espacio circundante, creando nuevas interacciones, pueden ser leídos desde la ingeniería, desde la arquitectura o desde la escultura pura, pero siempre se sostienen por su capacidad de estructurar el vacío y generar relaciones estables con el entorno.

En este enfoque no hay lugar para el gesto efusivo o la subjetividad explícita. La obra se define por su autonomía, su impersonalidad y su atemporalidad. No se ajusta a tendencias, ni responde a un relato, sino que opera desde una convicción formal que ubica al objeto escultórico en el centro de la experiencia, sin filtros ni intermediaciones. Es precisamente esa voluntad de permanencia estructural, sumada a la honestidad del proceso, lo que le otorga a esta práctica una identidad sólida, coherente y reconocible.